13 de noviembre de 2018

Entrevista a Daniel Mella / CTXT

A finales de agosto, hablé con el escritor uruguayo Daniel Mella. Charlamos a propósito de la publicación en 2017 de dos libros suyos en España: el volumen de cuentos Lava y la novela El hermano mayor. Como lector confeso que soy de Casa Editorial HUM, sabía de la existencia de los libros de Mella y había leído el último; sin embargo, desconocía que la editorial barcelonesa Comba los había publicado aquí. Me enteré gracias a Andrés, librero en la Juan Rulfo y buen compañero cuando de charlar sobre literatura se trata.

A raíz de eso desempolvé mi ejemplar de la antología Líneas aéreas, que publicó Lengua de Trapo en 1999, donde aparecía «Blanco», un cuento de Mella. También conseguí un ejemplar de Derretimiento en Iberlibro que aún conservaba la dedicatoria que el autor, casi veinte años más joven entonces, le había hecho a un tal Óscar. Me faltó leer Pogo y Noviembre, dos piezas de la primera parte de su carrera literaria, y que juraría que por ahora solo se consiguen en Uruguay o de importación. En fin, todo se andará.

Como hablamos un rato largo, al montar la entrevista —y pese a que esta es extensa—, debí dejar fuera algunas preguntas y respuestas. Al final del todo, reproduzco, a modo de bonus track, un par de ellas. Por cierto, otra cosas que no comenté en la entrevista es que El hermano mayor salió publicado hace poco en inglés, Old brother, por la editorial Charco Press y que Mella estuvo en Escocia presentándolo.

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 DANIEL MELLA / NARRADOR URUGUAYO

 “Escribo para pensar, para darme cuenta de lo que pienso”

 
Daniel Mella. Foto cedida por la editorial Comba.

La historia de Daniel Mella se cuenta casi siempre más o menos de la misma manera. A los veinticuatro años ya había publicado en Uruguay tres novelas –Pogo (1998), Derretimiento (1999) y Noviembre (2000)–, y lo adornaba, por tanto, la aureola de niño prodigio. También un aire de escritor maldito, en sintonía con el tono duro, frío y violento de su literatura, que remitía a Bret Easton Ellis o al Nick Cave más salvaje.

La prensa uruguaya lo había encuadrado en la llamada “generación de los crueles”, junto con escritores unos diez años mayor que él, como Gustavo Escanlar, Lalo Barrubia, Gabriel Peveroni o, su amigo y mentor, Ricardo Henry. El futuro de la literatura de la generación posdictadura parecía estar en sus manos. Sin embargo, lo que vino después fue más de una década de silencio editorial.

En España supimos de Daniel Mella gracias a Lengua de Trapo en 1999. Fue por partida doble. Por un lado, su cuento “Blanco” apareció incluido en la antología Líneas aéreas, que preparó Eduardo Becerra a modo de “guía de narradores hispanoamericanos para el siglo XXI”. Por otro, la editorial madrileña publicó su novela Derretimiento. Desde entonces hasta hoy, poco o nada supimos de aquel autor veinteañero tan prometedor.

Daniel Mella volvió a la escena literaria uruguaya en 2013. Lo hizo con un libro de cuentos, Lava; luego, en 2016, ese regreso se convirtió en definitivo con la novela El hermano mayor. De hecho, ganó dos veces –una con cada obra– el Premio Bartolomé Hidalgo, otorgado anualmente por la Cámara Uruguaya del Libro. El año pasado, gracias a la editorial barcelonesa Comba, aparecieron ambos títulos aquí, y pudimos por fin apreciar el profundo cambio que ha experimentado la literatura de Mella. De todo eso conversamos con él a principios de agosto.

—En su libro, varios narradores miden más de 1,90 m, algo que parece remitir a su propia estatura. ¿En qué momento Uruguay perdió un jugador de baloncesto y ganó un escritor?    

—Estuvo muy relacionada una cosa con la otra. Yo tenía dieciocho años y estaba en la selección sub-18. Fuimos a jugar un campeonato sudamericano a Bolivia y, a la vuelta, en mi club, habíamos cambiado de director técnico... El técnico nuevo me sentó en el banco, así que me empecé a deprimir y pedí que me cambiaran de club. En esa época, eso significaba estar un año sin jugar; luego, quedabas libre y podías elegir en qué club jugar. En mitad de ese año de no jugar al básquetbol, en el momento pico de mi crisis, escribí Pogo. Agarré, compré un cuadernito y escribí como un diario personal donde, a medida que iba escribiendo, iba inventando cosas. A los cuatro o cinco días ya tenía algo. Y me dije: “A ver, ¿qué es esto?”. Lo pasé a máquina y se lo di a mi profesor de la universidad. A él le encantó, lo llevó a una editorial y ahí ya dije: “Bueno, ¡a cagar con el básquetbol... Esto es lo que realmente me gusta!”.


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[ MATERIAL EXTRA ]

—Dado el tema de la novela, quizá suene algo frívolo... Pero ¿qué le debe El hermano mayor al surf? Lo digo porque la familia de Alejandro y Daniel trenzan muchas historias alrededor de este deporte; por ejemplo, sobre la vida vacía y sin compromisos.

—El surf es muy importante en mi familia. Mi viejo nunca dejó hasta el día de hoy de surfear. Para nosotros los veranos eran dos o tres meses de surf; y el invierno, era mirar videos de surf, pensar en el surf. La atracción por ese estilo de vida estaba ahí. Para mí dejó de ser una tentación cuando empecé a escribir, aunque seguí surfeando hasta los 23 o 24 años. Mis hermanos siguieron, y Sebastián era el que estaba más metido: todo giraba en torno a la posibilidad de correr olas en Chile, Indonesia... Desde el punto de vista productivo, la vida surfista puede ser vista como la vida de un holgazán. Esa fue la decisión que tuvo que tomar mi padre, que estaba decidido a ser surfista, y terminó teniendo una familia. Esa una opción que teníamos ahí.

—Al narrador/escritor le obsesiona que la pérdida conlleva revelación y que el arte nace del dolor. Casi diría que la idea del artista como enfermo o endemoniado que no se quiere curar, que quiere permanecer fiel a su neurosis. ¿Es una imagen de la que huye o con la que se resigna a convivir? Se lo pregunto porque usted fue considerado un escritor maldito en su día.

—Tengo un conflicto con esa figura del artista. Sé que tiene algo de cierto, pero solo eso: algo de cierto. Lo que está bueno es no casarse con esa figura, no creérsela por completo, no aferrarse a ella como si fuera una condición necesaria: “Para escribir tenés que estar enfermo, neurótico, en continua crisis...”. Para mí, sin embargo, la vida ha sido una sucesión de crisis profundas, y no siempre es lindo estar en crisis. Una vez que las vas pasando, vas agarrando confianza, humildad. Uno en un punto se tiene que resignar a escribir lo que puede escribir. Por un momento, emparenté demasiado en mi cabeza la cuestión de que Pogo, Derretimiento y Noviembre fueron libros producto de una depresión, y que por lo tanto no eran lo que me representaba... O lo que yo deseaba que me representara; era el deseo que yo tenía de ser más luminoso, de curarme, de estar mejor, de ser otro. Y supuse que si yo me volvía más luminoso, que si me curaba, que si llegaba a cierta paz conmigo mismo, lo que escribiera iba a ser distinto. En un punto, no puedo hacerme la trampa de decirme que la vida no es hermosa o que no vale la pena... No puedo decir eso absolutamente convencido. Yo sé que no es así; la vida me ha demostrado muchas veces que es hermosa, y lo veo todos los días. Que lo que a uno le pueda salir de la pluma tenga una tendencia más o menos oscura, yo qué sé... Serán cuestiones de para dónde tiende la imaginación de uno, el temperamento, etcétera. Creo que cuando me quedé más tranquilo con eso fue que pude volver a escribir, y entonces escribir los cuentos... Y los cuentos no son ni lo más feliz del mundo ni lo más triste del mundo: son lo que son. No sé si me representan en mi estado de ánimo o en mi evolución; pero, en parte, sí sueño con escribir el libro más luminoso del mundo, con escribir el libro del canto a la esperanza. Sería muy lindo hacerlo, pero ya es solo sueño inofensivo a esta altura.

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P. D.: merece la pena ver estos vídeos donde Daniel Mella charla con la periodista y crítica Soledad Platero sobre varios aspectos que atañen a su obra: niño prodigio, los finales inconclusos, los lugares comunes o los años sin escribir.

12 de noviembre de 2018

Charla con Saïd El Kadaoui y Consuelo Triviño


El sábado que viene moderaré una charla sobre migraciones. Será en la librería Enclave de Libros (metro Tirso de Molina; calle Relatores, 16). Por si alguien quiere saber más sobre los autores, dejo aquí un enlace a la web de la escritora colombiana Consuelo Triviño y a la sinopsis de Transterrados, la novela que ha publicado recientemente en la editorial Calambur. De Saïd El Kadaoui, enlazo las dos partes de una larga entrevista que le hice; la primera salió en CTXT; la segunda, en Un puerto que cambia. También mis reseñas de sus novelas NO y Límites y fronteras. En fin, la invitación está hecha. Nos vemos en la librería.

31 de julio de 2018

Entrevista a Sara Cordón / CTXT

A finales de junio, entrevisté a la escritura madrileña Sara Cordón. Lo hice a propósito de su novela Para español, pulse 2, cuya lectura me conectó con algunos libros de Antonio Orejudo (1 y 2), Mercedes Cebrián o Fernando San Basilio con los que me había divertido mucho. El resultado de aquella charla salió publicado en CTXT el 27 de julio. Como suelo hacer, copio el inicio y el resto puede leerse en la web de la revista.

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Sara Cordón / Autora de Para español, pulse 2

“Quiero revindicar el hispanismo y la latinidad no solo como lengua, sino como cultura”


Rubén A. Arribas


En algún momento de 2012, Sara Cordón se cansó de la precariedad laboral de su Madrid natal y emigró a Estados Unidos. Lo hizo gracias a una modesta beca que le concedieron en la Universidad de Nueva York para cursar un máster de escritura creativa en español que duraba dos años. Por aquel entonces ella publicaba libros infantiles, estaba especializándose en la obra Italo Svevo y, para ganarse la vida, trabajaba como administrativa en un taller de escritura. A la vista de la crisis económica que asolaba el país, ninguna de esas tres opciones la ayudaban a imaginar un horizonte laboral o vital más propicio.

Además, nacida en 1983, iba a cumplir los treinta y veía casi como un delirio fantasioso poner su sueño en práctica. “Me parecía muy presuntuoso decir: 'Yo quiero ser escritora'. Era algo que aquí, en España, sonaba a '¡hala, qué flipada!'”, explica entre risas al amparo de la hospitalidad mexicana que nos prodiga a finales de junio la madrileña librería Juan Rulfo. Allí, unas horas antes de que ella cruce de nuevo el Atlántico, aprovechamos para hablar de su primera y reciente novela, Para español, pulse 2 (Caballo de Troya, 2018).

También de sus planes más inmediatos: antes de regresar a Nueva York a escribir y seguir trabajando en su doctorado sobre las estrategias de autoexposición, dará un taller de escritura en Valparaíso (Chile) y luego hará escala en la Feria del Libro de Lima para promocionar el último libro que ha publicado su editorial, Chatos Inhumanos. A simple vista, parece claro que el asunto de vivir de la escritura lo lleva mejor encaminado que en 2012 y que su experiencia migratoria ha sido fundamental al respecto.

En Para español, pulse 2, Cordón aprovecha su pasado como alumna en el máster de escritura para reflexionar en clave de autoficción y de parodia sobre varios temas que atraviesan sus seis años de vida neoyorquina. El reto de profesionalizarse como escritora, la novela como producto de mercado, el panhispanismo que caracteriza a la comunidad intelectual latina o la comodidad que acompaña a la subalternidad con suerte son algunos de ellos. De esas cuestiones y de algunas más habla en esta entrevista para CTXT.

En la novela, el jefe de Sara en Madrid habla de que los másteres españoles son algo así como un sacadineros y bolsas de colocación. ¿También lo son los másteres estadounidenses en español?
En general, allí funciona la idea de profesionalizarse. Un máster no te garantiza que vayas a ser un creador maravilloso o que vayas a tener unas ideas superinteresantes. Tampoco te enseña a escribir. El objetivo es ver los materiales con que te interesa trabajar y observar cómo los reciben otras personas. De hecho, el trabajo que hicimos en el máster fue, sobre todo, de crítica. Eso sí, el feedback que recibes es tan bestial que, en mi caso, cuando terminé, estuve un tiempo sin escribir.

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24 de julio de 2018

Sergio Algora, el poeta del invierno / CTXT

Hace unos días me di un pequeño gusto: publicar en CTXT un artículo sobre la obra poética de Sergio Algora. Desde hace tiempo, tengo la sensación de que se habla mucho sobre la faceta musical de Algora (El Niño Gusano, Muy Poca Gente o La Costa Brava) o de su desbordante personalidad, pero que se lo lee poco, o con poca atención, como si lo literario hubiera sido algo anecdótico en su vida. Y eso, honestamente, suele darme algo de rabia.

De algún modo, el artículo que escribí intentaba poner un grano de arena en esa dirección literaria. En particular, en la poética, que es el terreno donde Algora se formó inicialmente como artista y donde alcanzó cotas de intensidad, osadía o creatividad que no están presentes ni en su música ni en sus cuentos. Por encima de todo, Sergio Algora fue poeta, como deja claro la lectura de las más de 450 páginas que componen Celebrad los días (Chamán Ediciones, 2017), el libro que recoge su poesía completa.

Por cierto, el viernes 27 de junio se estrena en Madrid el documental Champán para todos, de Lola Lapaz. Ahí aparecen unos papelotes míos: las respuestas a mano de una entrevista que le hice a Sergio Algora para la extinta revista digital Teína. El acto será en Fotomatón Bar (plaza Conde Toreno, 2).

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Sergio Algora, el poeta del invierno

Con motivo de cumplirse diez años de la muerte del poeta y músico zaragozano, publicamos este recordatorio de su figura y de su obra

Rubén A. Arribas  

Decía David Bowie en el documental 30th century man, hablando sobre ese crooner raro, críptico y excepcional que es Scott Walker, que nunca había entendido del todo sus letras. Es más: decía que le gustaba entrar en las imágenes y atmósferas que creaba Walker, apropiarse de ellas e interpretarlas a su modo. Algo similar podría decirse de la obra de ese singular poeta y músico zaragozano que fue Sergio Algora (1969-2008). Su frondosa, barroca y a veces hermética imaginación necesita de un lector dispuesto a permitirse el extravío, y disfrutar de ello. En parte, quizá eso explique lo olvidada que está su obra poética: exige tanta libertad como da.

Por fortuna, a diez años de su muerte, hay tres noticias que están devolviendo a Sergio Algora a un discreto primer plano cultural. Una es el lanzamiento del single Normandía y Algora por parte de Francisco Nixon, amigo y compañero de fatigas musicales en La Costa Brava. Otra es el documental Champán para todos, grabado por Lola Lapaz y que se estrenará en julio en el Festival Contempopránea de Alburquerque (Badajoz). Y la tercera es un libro: Celebrad los días. Poesía completa, publicado por la editorial albaceteña Chamán Ediciones en diciembre de 2017.

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1 de junio de 2018

Entrevista a Saïd El Kadaoui / CTXT

El domingo pasado publiqué una entrevista en CTXT con el escritor y psicólogo hispanomarroquí Saïd El Kadaoui. Había leído y reseñado para Un puerto que cambia sus novelas No y Límites y fronteras (Editorial Milenio, 2008), y también había leído fragmentos de Cartes al meu fill, un català de soca-rel, gairabé (Ara Llibres, 2011), así que conversar con él fue la prolongación natural de esas lecturas. Además, tuve la suerte de que nuestra charla fuera en público y en un marco estupendo: en la Biblioteca de Getxo el Día Internacional del Libro.

En las dos reseñas que he mencionado anteriormente y en la propia entrevista, he contado muchas cosas sobre los libros de Kadaoui. Si alguien se queda con ganas de más, en Un puerto que cambia he publicado cinco preguntas y respuestas que, por razones de espacio, dejé fuera de la entrevista para CTXT. En fin, casi he convertido al autor en fruto de una investigación entomológica. La culpa, eso sí, es suya: me abrió puertas a muchos escritores y escritoras del Magreb, y fue un estupendo compañero de viaje a la hora de pensar sobre las identidades híbridas.

Volviendo al inicio y, como suele ser habitual, copio y pego los dos primeros párrafos del artículo.

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SAÏD EL KADAOUI /ESCRITOR Y PSICÓLOGO HISPANOMARROQUÍ 


«No cambiaría por nada esta sensación de estar siempre un poquito fuera de lugar»


Rubén A. Arribas


Desde adolescente, Saïd El Kadaoui (Beni Sidel, Marruecos, 1975) tuvo clara su doble vocación: psicólogo y escritor. A su padre le parecía que hubiera ganado más dinero como dentista; sin embargo, no le preocupó demasiado ver que su hijo leía y escribía mucho. Tampoco a su madre, que lo apoyó al cien por cien. El dato tiene su importancia: los personajes de las novelas de Kadaoui son marroquíes que viven desde su infancia en Cataluña y que reflexionan a menudo sobre si la cultura los aleja de sus familias. También sobre qué lugar ocupa lo intelectual en su identidad híbrida.

Kadaoui llegó a España con siete años, reside en Barcelona y trabaja como psicólogo especializado en salud mental en contextos de migraciones, identidad y adolescencia. Casado y padre de dos hijos, considera la literatura un escenario ideal para poner en liza personajes que padezcan alguna psicopatía o que atraviesen situaciones extremas. “Un personaje extremo te hace preguntarte qué padres debe de tener”, explicó en la tertulia que tuvimos en la Biblioteca de Getxo con ocasión del pasado Día Internacional del Libro.


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7 de mayo de 2018

Belén Gopegui, literatura en común / CTXT

Foto de Mauricio Retz.
El 26 de abril publiqué «Belén Gopegui, literatura en común» en la revista CTXT, en la sección El Ministerio. En 2018 se cumplen 25 años de la publicación de La escala de los mapas, la primera novela que publicó esta escritora madrileña. A propósito de ese aniversario, me di un pequeño gusto: releer varias de sus novelas, repasar las notas que había ido tomando estos años sobre su literatura y reflexionar sobre cómo leo sus libros. El resultado fue un gratificante diálogo con los textos y el pensamiento de una autora cuya obra sigo desde hace años.

Copio y pego los dos primeros párrafos del artículo. El resto puede leerse en CTXT (la foto la tomé prestada de ahí).

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Belén Gopegui, literatura en común

Se cumplen veinticinco años de la publicación de
La escala de los mapas, la primera novela de la escritora. Una nueva edición del libro en Literatura Random House da pie a este repaso de su poética y de su trayectoria

Rubén A. Arribas


En un artículo publicado en 1995 —incluido en su libro Rompiendo algo (2014)—, Belén Gopegui refería una mutación sucedida en su forma de leer. Según explicaba allí, había incurrido durante años en el tópico de “devorar libros” y había buscado en ellos poder, es decir, el conocimiento que le permitiera adquirir “la identidad, las armas necesarias para estar frente a los otros”. Los libros, venía a decir, sirven en una primera etapa para aguzar nuestro ingenio, volver más sutil nuestra inteligencia o hacernos más fuertes ante la soledad y el miedo. Sin embargo, conquistadas esas armas, insistía, es necesario cambiar de etapa y exigirle algo más a la lectura. 

Gopegui (Madrid, 1963) situaba su propio punto de inflexión en algún momento que iba entre la lectura de Job, de Joseph Roth, y la relectura de Ana Karenina, de Tolstoi. “Durante esas dos novelas –podrían haber sido otras–, descubres que ya no lees para aislarte del mundo, sino para estar con él”, señalaba en su artículo. Y, un poco más adelante, concluía: “Los libros que hemos leído están también puestos en nosotros, en nuestras acciones, en nuestro proceder, en ese nombre real que hay detrás de nuestro nombre”.  


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+ info sobre Belén Gopegui en este blog:
+ info sobre Belén Gopegui, en Rebelion.org.




11 de abril de 2018

Charla con Saïd El Kadaoui, autor de 'No'


El jueves 19 de abril charlaré con Saïd El Kadaoui, escritor y psicólogo hispanomarroquí, sobre su novela No (Catedral Books, 2016). Será a las 19 h en el Aula de Cultura de Getxo (Bilbao). Para saber más del asunto, enlazo una reseña que publiqué en Un puerto que cambia y la web del Ayuntamiento de Getxo.

9 de marzo de 2018

Madrid / Presentación de "Conversaciones con Mario Levrero", de Pablo Silva


En algo menos de dos semanas, el miércoles 21 de marzo, estaré en la presentación de Conversaciones con Mario Levrero (Ediciones Contrabando, 2017), del escritor y periodista uruguayo Pablo Silva. Será en la librería Juan Rulfo (metro Moncloa, Madrid) a las 19 h.

Además de Pablo, estarán María Tena, uruguaya sentimental, literata todoterreno y autora de cinco novelas; Constantino Bértolo, editor de El discurso vacío o Dejen todo en mis manos a su paso por Caballo de Troya y prologuista de la levreriana e involuntaria novela llamada París; y quien esto escribe, lector de Mario Levrero desde hace años. Como suele decirse: allí estaremos, allí os esperamos.

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+ info sobre Pablo Silva: reseñas de Pensión de animales y La huida inútil de Violeto Parson.

14 de febrero de 2018

El lector de Mario Levrero / CTXT

<p>Mario Levrero en una imagen de archivo.</p>
Levrero en una foto de archivo. (Eduardo Abel Giménez).
El pasado 10 de febrero salió un artículo mío sobre Mario Levrero en la revista CTXT. Lo escribí a propósito de la publicación en España de Conversaciones con Mario Levrero, del escritor y periodista Pablo Silva.

Este libro, que existe en el mercado uruguayo desde 2008, ha tardado casi diez años en llegar aquí. Por suerte, el sello valenciano Ediciones Contrabando se animó a publicarlo a finales del año pasado. En ese periodo entre 2008 y 2017, el libro ha conocido una edición argentina y una edición chilena, y en cada una de ellas ha ido aumentando la cantidad de material extra que traía en relación a la versión primigenia.

En la actualidad, la versión española contiene, entre otras golosinas, un artículo de Mario Levrero sobre los mecanismos de creación, dos entrevistas que le hizo Christian Arán meses antes de morir, un par de poemas o
una pregunta que Levrero le hizo a Onetti en 1973 para la revista Maldoror. En fin, un libro de lo más apetecible para quienes quieran adentrarse en la obra del autor de Fauna, Desplazamientos, La banda del Ciempiés, Dejen todo en mis manos, Todo el tiempo, Diario de un canalla, La ciudad, El lugar, París, Aguas salobres, etcétera, etcétera. Conversaciones con Mario Levrero también puede gustarle a quienes, simplemente, tengan interés en los procesos creativos literarios.

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EL LECTOR DE MARIO LEVRERO

Pablo Silva publica en España sus Conversaciones con Mario Levrero, en las que el autor de La novela luminosa despliega su personalísima poética 


Rubén A. Arribas

«Siempre me bastó con un lector que hubiera sintonizado con mi texto; la masa no me agrega nada». Mario Levrero nunca tuvo especial interés en publicar su obra y, menos aún, en construir algo parecido a una carrera profesional o formar parte de algún canon; de ahí que llevara una vida al margen del mundo literario, indiferente por completo a ganarse el favor de las editoriales, la crítica, el periodismo cultural, el público o el jurado de algún premio. Como queda claro tras la lectura de Conversaciones con Mario Levrero (Valencia, Contrabando, 2017), de Pablo Silva, al autor de El discurso vacío, Caza de conejos o La máquina de pensar en Gladys solo le interesaba una cosa: escribir con la mayor libertad posible.

De hecho, Levrero consideraba un estorbo la crítica o cualquier paratexto. Los prólogos –o los artículos como éste– le parecían una interferencia indeseable en esa suerte de diálogo narcisista, hipnótico y místico que debían entretejer la obra y su lector. A la crítica, por su parte, la acusaba de ser incapaz de moverse en otro plano que no fuera el intelectual y de imponer un concepto de realidad que excluía lo que sucede de la piel para dentro. En una obra como la suya, donde la percepción desempeña un papel estelar, cualquier palabra al margen del texto podía distorsionar la comunicación entre alma y alma a la que aspiraba. Su espíritu, es decir, su presencia sensorial, estaba en juego.


>> El artículo sigue en la sección «El Ministerio» de la revista CTXT

+ info sobre Pablo Silva: reseñas de Pensión de animales y La huida inútil de Violeto Parson.

7 de febrero de 2018

No, de Saïd El Kadaoui

No-Said-PortadaEl narrador y protagonista de esta novela es un profesor de literatura que vive a caballo entre la identidad marroquí, la catalana, la española y la europea. Nació en un pequeño pueblo de Marruecos; pero, desde los 7 años, vive en Barcelona junto con su familia, así que se ha criado, ha estudiado y trabaja aquí. Ahora tiene 40 años y vive en crisis con todo: la pareja, el sexo, la paternidad, las relaciones familiares… Admirador de escritores como Philip Roth o Hanif Kureishi, el narrador de No se inspira en ellos a la hora de reflexionar críticamente sobre la identidad de la comunidad magrebí en Europa.
Por Rubén A. Arribas
@estoy_que_trino
«El sexo, mi identidad marroquí, mi identidad europea, los amigos, la familia, la escritura, la literatura, la docencia, Mayte y, ahora, mi hijo». En esa frase que escribe hacia el final de la novela, el narrador de No (Catedral Books, 2017) resume cuál es el ambicioso propósito de lo que está escribiendo: construir un rompecabezas donde estén contenidas todas «las grandes piezas» de su persona, es decir, dar cuenta de ese poliedro irregular en que suele transformarse la identidad para las personas migradas. También mostrar lo difícil que resulta el ensamblaje de tantas aristas y elaborar, a partir de ellas, una historia. ¿Una historia? Sí, aquella que responda a la pregunta que pone a escribir al narrador: ¿qué significa ser un magrebí migrado que vive en Europa?

En el caso de No, narrador y autor, Saïd el Kadaoui, comparten algunas esferas: ambos son profesores de universidad, cuarentones y llegaron a Cataluña desde un pequeño pueblo marroquí cuando tenían 7 años, así que ambos se criaron aquí y hablan catalán. También tienen una hipoteca que pagar, son eminentemente urbanos y comparten gusto literario por Philip Roth o Hanif Kureishi. También escriben los dos. Hasta ahí, en principio, las coincidencias. La ficción parece comenzar en aquellos rasgos del personaje más acentuados: miedo a formar pareja estable o tener hijos, obsesión enfermiza por el sexo, gusto por el alcohol o cierta pedantería intelectual. En un tema tan flamígero como el identitario, digo, conviene separar lo biográfico de lo inventado.

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>> La reseña sigue en el blog Un puerto que cambia, dedicado las migraciones y la interculturalidad.

15 de enero de 2018

Felipe Polleri: el dinosaurio y su birome / CTXT

Felipe Polleri escribe unas notas en su cuaderno. Foto de Diego Eguía.
El viernes pasado debuté como colaborador en la revista CTXT. Contexto y acción. A propósito de la publicación de La inocencia (:Rata_, 2017), me invitaron a escribir un perfil literario sobre Felipe Polleri... Y eso hice, con toda la negra y perversa admiración que tengo por este escritor uruguayo.

Copio un par de párrafos del texto; el resto puede leerse en la web de la revista.
Más abajo, y ya que estoy, enlazo también una entrevista que me hicieron para Radio Uruguay.

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Felipe Polleri: el dinosaurio y su birome 

Por fin se da a conocer en España otro ‘raro’ de la literatura uruguaya, pródiga en autores inclasificables 


Rubén A. Arribas


En su conocida canción Biromes y servilletas, Leo Maslíah dejó constancia de que Montevideo es tierra fértil para el talento artístico. Según este músico y escritor inclasificable, en la capital uruguaya hay poetas que, sin bombos ni trompetas, van saliendo de recónditos altillos y que, en vez de pretender glorias o laureles, prefieren escribir en papel experiencias totalmente personales. A lo que añade, con su habitual ironía y actitud lúdica, que, en Montevideo, también hay biromes desangradas en renglones de palabras que se retuercen, confusas, en delgadas servilletas como alcohólicas
reclusas. 

Desconozco en quién pensaba Maslíah cuando escribió la letra. Preguntárselo, además, sería exponerme a una de sus humoradas y a quedarme sin respuesta. En mi caso, Biromes y servilletas me hace pensar en ese baudeleriano poeta en prosa que es Felipe Polleri. Cada vez que escucho la canción, lo veo sentado en el borde de la cama, cigarrillo en mano, desangrando una birome sobre un cuaderno escolar. Lo imagino, además, como sigue diciendo la canción, escribiendo su manía, su locura, su neurosis obsesiva.


»» El artículo sigue en la sección «El Ministerio», de CTXT.


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»» Entrevista para el programa La Máquina de Pensar, en Radio Uruguay, conducido por Pablo Silva (unos 20 minutos).
»» Entrevista a la editora Iolanda Batallé, en Radio Uruguay, sobre la publicación de La inocencia en España (unos 25 minutos).